jueves, 7 de marzo de 2024

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El noticiero de los elencos
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ÍNDICE

Sobre el rol de la danza en la cultura contemporánea - publicado en elencosartisticos.ar
El Proyecto institucional-artístico de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea
Resolución 1371/2019 - La consolidación de la CNDC como organismo estable
Cuando bailar es una profesión - Reflexiones de un integrante fundador de la CNDC sobre la profesión de bailarín y la historia de la compañía

DOCUMENTAL DE CINE
Trabajadores de la Danza - la epopeya de la fundación de la Compañia Nacional de Danza Contemporánea (en play.cine.ar del INCAA, accesible después de un registro gratuito de usuario).

NOTAS DE PRENSA
LA DANZA DEL AMOR Y LA LUCHA | La Tercera Mirada - entrevista con Bettina Quintá y Ernesto Chacón Oribe, dos niembros fundadores de la Compañia Nacional de Danza Contemporánea



lunes, 13 de enero de 2020

El Proyecto institucional-artístico de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea

Sobre la especificidad artística de la CNDC:

a) Naturaleza del arte contemporáneo

Las propuestas artísticas contemporáneas se distinguen por presentar, tanto a nivel formal como conceptual, una serie de ideas que revolucionan la institución del arte, como la ruptura con los modelos tradicionales o su carácter crítico y experimental. El arte ya no se dedica a imitar cánones preestablecidos, sino a crear nuevas formas, a interpretar partiendo de un espacio virgen donde el lenguaje adquiere cualidades potentes.

El intérprete de danza contemporánea es un cuerpo ejercido en la práctica del movimiento. Un cuerpo reflexivo y sensible, que abre puertas a nuevas búsquedas y relaciones, perfeccionándose en su especificidad.

b) Objetivos y funciones

Promover, estimular y difundir, como Organismo Nacional, la danza contemporánea dentro del territorio argentino.
Representar como organismo la danza contemporánea nacional en el exterior.
Realizar creaciones y montajes de coreógrafos nacionales e internacionales.
Jerarquizar y promover la profesionalización de la danza contemporánea en la Argentina.
Impulsar el intercambio, la cooperación y la síntesis creadora con otras manifestaciones de la danza y/o de las artes.
Fortalecer la interrelación y sinergia entre los Organismos Artísticos de la Secretaria de Cultura y la interacción con Instituciones culturales nacionales e internacionales.
Posibilitar la presencia artística como función social.
Participar en festivales nacionales e internacionales.


Sobre las características constitutivas, fundacionales e identitarias de la CNDC:

Desde sus inicios, con frecuencia y dentro de la programación mensual, los integrantes de la CNDC han generado un espacio de reuniones para reflexionar sobre el funcionamiento y las actividades de la compañía; participado, además, en la elección de sus Directores, maestros, coreógrafos y también en las audiciones donde se han incorporado nuevos bailarines.

La CNDC, además de trabajar con distintos coreógrafos y realizadores contemporáneos, ha propiciado un espacio de creación, experimentación e investigación para sus propios integrantes llamado “Carta blanca”. Este proyecto cuenta con un presupuesto asignado.
Otra de sus características constitutivas ha sido la relación que, como compañía estatal, ha mantenido con la comunidad de la danza independiente. En este sentido, una vez por año se realiza el programa “Partido y Compartido” en donde se invita a grupos y/o creadores de la danza independiente a compartir su trabajo escénico dentro de un ciclo de funciones junto a al CNDC. El objetivo es visibilizar, promover y generar un espacio de diálogo entre la producción independiente y la oficial. El grupo independiente es elegido mediante convocatoria pública. Este proyecto cuenta con un presupuesto asignado.

Otro modo de relacionarse con la danza independiente es ofreciendo la participación, mediante una convocatoria abierta, a las clases regulares de la compañía.


La creación de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea: un hecho histórico-cultural

A principios del año 2008, tras haber compartido diez años de experiencia artística en el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, un grupo de reconocidos bailarines fueron desvinculados por las autoridades del mismo por haber reclamado sus legítimos derechos laborales.

Este hecho, generó la decisión de seguir transitando juntos el camino para completar su desarrollo como artistas profesionales y preservar su intangible patrimonio: la dinámica grupal que adquirieron tras años de trabajo en conjunto.

Con esta motivación decidieron crear el grupo de danza independiente “Nuevos Rumbos” con el objetivo de promover la inclusión de la danza contemporánea en la sociedad, como así también darle la oportunidad a la sociedad argentina de expresarse, conmoverse y verse representada (con sus problemáticas, sus historias, sus diversas voces y visiones) a través de este arte.

Ya en 2009 la –por entonces– Secretaría de Cultura de Presidencia de la Nación, observando la trayectoria artística individual y el desempeño de este grupo de artistas, valorando los resultados obtenidos con su dirección colegiada y destacando los objetivos iniciales que como grupo humano tuvieron; decidió contratar a seis de esos artistas (Bettina Quintá, Wanda Ramírez, Victoria Hidalgo, Ernesto Chacón Oribe, Pablo Fermani y Jack Syzard) para integrar y fundar la “Compañía Nacional de Danza Contemporánea” (en un principio llamada Compañía de Danza Contemporánea Cultura Nación). Este hecho fue realmente auspicioso para la danza argentina y dio respuesta a una postergada necesidad de la Secretaría de Cultura Nacional.

La función inaugural se realizó el 26 de Febrero de 2009 en el Centro Nacional de la Música y la Danza (México 564, actual sede de la Compañía) a sala llena y con la presencia de todos los Ministros de Cultura de Latinoamérica entre otras relevantes personalidades.

En la actualidad la CNDC promueve la interpretación, difusión, creación y experimentación de las tendencias de la danza contemporánea. Teniendo como objetivo la federalización del arte del movimiento, el fortalecimiento de redes y la interacción con distintos sectores sociales en diferentes espacios locales, regionales e internacionales. Estos objetivos se ven materializados en su trabajo en conjunto con coreógrafos y maestros nacionales e internacionales que contribuyen al intercambio de conocimientos y experiencias culturales en pos del crecimiento y continua vigencia de la Compañía.

Desde su fundación la CNDC creció más de un 500% (sumando al personal artístico, técnico y administrativo, y tomando en cuenta que inició su actividad con solo seis bailarines), y creó un amplio repertorio de coreografías. Además de su actividad en el Centro Nacional de la música y la Danza, la CNDC regularmente realiza funciones en teatros del interior del país. Así también, ha realizado varias giras internacionales presentándose en importantes festivales entre los que se destacan: Festival de Dança de Ribeirão Ouro Preto 2015 (Brasil), Festival Encuentro DANZENICA 2016 (Bolivia), Festival Internacional de Danza de Cali 2016 (Colombia), XXIX Festival Internacional de Lima 2017 (Perú), Cena Cumplicidade 2017 (Brasil), Fórum Internacional de Danza de Belo Horizonte FID 2017 (Brasil), entre otros.

La CNDC también tiene una estrecha vinculación con la Plataforma Iberoamericana de Danza.

Es importante destacar, además, la función social que ha sido encarada mediante el dictado de clínicas o talleres totalmente gratuitos y funciones en cárceles, fábricas recuperadas, espacios al aire libre, etc…

En la actualidad la Compañía está bajo la dirección de Margarita Fernández y subdirección de Lorena Merlino, elegidas por concurso desde 2016; y depende de la Dirección Nacional de Organismos Estables de la Secretaría de Cultura del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de la Nación.

La CNDC ha irrumpido en la historia de la danza argentina. Pero lo más importante es que ahora, también, se ha consolidado gracias a la “Resolución de creación” gestionada por UPCN y firmada en 2019 por el Ministro de Educación y el Secretario de Cultura.


CUANDO BAILAR ES UNA PROFESIÓN

(primera publicación en la revista "escenarios para un nuevo contrato social", año 17 - N° 46, Agosto 2019, de UPCN)

TRABAJADORES EN DANZA
Mientras otros niños –tal vez futuros abogados, profesores, médicos o políticos– hacen lo que deben hacer, es decir, jugar a las muñecas, o al fútbol, o juntar figuritas, o mirar dibujos animados, los futuros bailarines, además de comenzar a exigir y deteriorar nuestros cuerpos, decidimos el destino de nuestras vidas. Muchos iniciamos nuestra profesión, asistiendo a clases de entrenamiento y ensayos coreográficos, entre los cinco u ocho años de edad. Durante nuestra carrera realizamos malabares para reponernos del cansancio, las enfermedades y las lesiones. Y hasta sé de algunos compañeros que han abandonado la escuela en busca de tiempo para perfeccionar una piruette. Y todo esto sucede porque hay mucho para hacer en pocos años: debemos adquirir y dominar la técnica antes de que el cuerpo envejezca. La danza es una carrera contra el tiempo, dicen, aún hoy, nuestros maestros.
Gracias al reciente impulso dado por UPCN acompañando la decisión del ex-ministro y actual secretario de cultura Pablo Avelluto, y del Ministro de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología Alejandro Finocchiaro, se publicó la resolución de creación de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea. Esto significa la consolidación de puestos laborales para 21 bailarines, 2 asistentes artísticos, 9 técnicos artísticos, 4 administrativos, 1 director y 1 subdirector. Pero ese decreto también es el final de un camino con más de diez años de recorrido. Es, en definitiva, el final de una historia que merece ser contada.

PRÓLOGO DE UN HECHO CULTURAL HISTÓRICO
En Argentina, en 2007, prácticamente existía una única compañía de danza contemporánea perteneciente al estado: El Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín (BCTSM), objeto de anhelo de todas las generaciones de bailarines contemporáneos ya que era el único lugar que brindaba continuidad y “seguridad laboral”, factores fundamentales para que un bailarín dedique todo su esfuerzo a progresar artísticamente.
Sin embargo, esa “seguridad laboral” era falsa. Los bailarines, contratados anualmente, no gozábamos de ningún otro derecho más que el propio sueldo, y corríamos el riesgo de que nuestros contratos fueran rescindidos sin previo aviso.
Las precarias condiciones laborales se hicieron más evidentes cuando, en un intervalo de pocos meses, una decena de bailarines sufrimos graves accidentes laborales que, en muchos casos, derivaron en costosas operaciones. La falta de cobertura médica nos obligó a organizarnos para peticionar uno de los derechos fundamentales de cualquier trabajador: una Aseguradora de Riesgos de Trabajo (A.R.T.)
Pero, ¿realmente nos correspondía tener una A.R.T.?

PRIMERA DIFICULTAD: LOS BAILARINES, POR SER ARTISTAS, NO SE CONSIDERABAN TRABAJADORES.
“Hay que darlo todo por el arte sin exigir nada a cambio”, nos enseñaron nuestros maestros cuando éramos niños. Y quizás por eso muchas veces bailamos enfermos, o lesionados, o sobre un piso duro y astillado, o hasta gratis porque “la máxima recompensa de un verdadero artista es el aplauso de su público”. Y es cierto que esa es la máxima recompensa... pero aprendimos que no debe ser la única. Así, en aquel entonces, quienes integrábamos el Ballet del Teatro San Martín debimos vencer esa primera dificultad, ese mandato hecho carne y estudiado desde pequeños: debimos adquirir conciencia de clase y entender que, además de artistas, éramos trabajadores.
Dado que seguíamos sin obtener respuesta al urgente pedido de una A.R.T., y como los accidentes y las operaciones continuaban sucediendo, decidimos agremiarnos a la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) y pedir también por el reconocimiento de nuestra relación de dependencia, un régimen de licencias médicas, el cobro de antigüedad y aguinaldo entre otras cosas. En el sindicato nos aconsejaron iniciar una serie de medidas de reclamos, desde cartas documento hasta la suspensión de una gira internacional y “bailes/protestas” en la calle. Todas estas medidas, a pesar de que éramos muy nuevos en el mundo sindical, requirieron de una gran exposición gremial de todos nosotros.
Al finalizar el año 2007 las autoridades del Teatro San Martín, argumentando “razones artísticas”, me despidieron junto a otros 6 bailarines, los más importantes de la compañía. Artistas que habíamos decidido tener un grado de mayor exposición en los reclamos por ser los que interpretábamos los principales roles en las obras. Considerábamos, erróneamente, que aquello nos concedía cierta inmunidad. De esta manera los bailarines cesanteados no solo vimos afectada nuestra continuidad laboral (y nuestro sustento económico), sino que la excusa de las “razones artísticas” esgrimida por las autoridades atacó nuestra moral y plantó un manto de duda sobre nuestro rendimiento artístico. Pero dos semanas después de estos hechos, tuve la fortuna de recibir el Premio Clarín "Figura de la Danza 2007" compitiendo en una terna (en realidad quinterna) de cinco primeros bailarines entre los que se encontraba Julio Bocca. Esto demostró que los despidos (efectuados sin ninguna clase de indemnización) fueron por razones de discriminación gremial.

DIVIDIR LOS ESFUERZOS PARA LOGRAR DOS OBJETIVOS
Aparentemente, por lógica, frente a la nueva situación, los despedidos teníamos un único curso de acción a seguir: que cada uno probara suerte en otras compañías de danza del país o del extranjero, abandonando, de esa manera, el reclamo por los derechos laborales.
Pero cinco de los siete despedidos sentimos que era necesario ganar esos derechos para los compañeros que seguían trabajando y para las próximas generaciones de bailarines del BCTSM. Fue así que continuamos la lucha gremial “desde afuera” realizando actos y marchas organizadas con el gremio. Además, formulamos una denuncia por discriminación gremial en el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) que dos años más tarde terminó con un fallo a nuestro favor.
Mientras tanto en el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín se sentían las consecuencias por las “decisiones artísticas” tomadas por sus directores. Durante la primera mitad del año 2008, como jamás antes había sucedido, hubo SIETE renuncias (varias de ellas provocadas por el alto grado de stress que conlleva este tipo de situaciones). Además, la dirección despidió a otros DOS bailarines por solidarizarse con nosotros, los SIETE despedidos del 2007. Finalmente, sobre una planta total de VEINTITRES bailarines, hubo un recambio obligado (entre despidos y renuncias) de DIECISÉIS, en menos de seis meses… Esto trajo lógicas secuelas que se notaron en el rendimiento de la compañía, en el incumplimiento de los cuatro o cinco programas anuales en las fechas previstas y, además, en la interrupción de la natural transmisión generacional de la identidad del Ballet que se había dado a lo largo de sus 30 años de existencia, provocada por la abrupta "desaparición" de toda una generación de artistas. Con dos tercios de la compañía totalmente nueva, el BCTSM recién pudo estrenar su primer programa del año 2008 en el mes de junio, cuando regularmente siempre lo hizo a fines de marzo. Y fue en ese estreno donde, nuevamente, una parte de los bailarines despedidos nos volvimos a manifestar en la puerta del teatro y logramos contactar al Ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires que había ido a presenciar la función y con quien mantuvimos una intensa conversación. Dos semanas después se firmó el decreto de creación de las plantas artísticas del TSM. Es decir que esos cuerpos artísticos, en la actualidad, gozan del amparo y los derechos laborales de una "planta artística transitoria" gracias al sacrificio de los bailarines Silvina Cortés, Bettina Quintá, Wanda Ramírez, Ariel Caramés, Ernesto Chacón Oribe, Pablo Fermani y Jack Syzard quienes, llevando más de medio año despedidos y sin posibilidades de volver a trabajar, seguimos luchando por los compañeros que continuaban trabajando.

NO BAJAR LOS BRAZOS E INICIAR UN PROYECTO COLECTIVO
Inmersos en aquella lucha gremial, poco a poco nos íbamos alejando de nuestra esencia: la danza, el arte. ¿Por cuánto tiempo más podríamos definirnos como bailarines si no teníamos la posibilidad de bailar regularmente? Nuestra identidad de bailarines y nuestra carrera profesional estaban en peligro ya que la danza, por su condición de disciplina física, tiene una vida útil mucho más corta que otras carreras. Pasada cierta edad, el cuerpo comienza a encontrar limitaciones y a sentir el desgaste natural que produce el nivel de exigencia corporal de esta profesión. Además, requiere de un continuo entrenamiento para mantener el nivel técnico y el estado físico. Por su naturaleza artística, la danza demanda una constante práctica y exposición escénica para ejercitar y evolucionar en todo aquello de lo que está compuesto el arte (que es imposible describir en palabras) y que únicamente se experimenta en las representaciones frente al público.
Así, los bailarines despedidos antes mencionados, decidimos formar el grupo de danza contemporánea independiente "Nuevos Rumbos". Pretendíamos completar nuestro desarrollo como artistas profesionales y preservar el intangible patrimonio que poseíamos: la dinámica grupal que adquirimos tras tantos años trabajando juntos.
Con este propósito, y apadrinados gremialmente, iniciamos conversaciones con las autoridades de la Secretaría de Cultura de la Nación (SCN), los por entonces Director de Música y Danza (Eduardo Rodríguez Arguibel) y el Director Nacional de Artes (Rolando Goldman) quienes, entendiendo la injusticia que se había realizado, ofrecieron por algunos meses un salón en el Centro Nacional de la Música y la Danza para que realicemos el entrenamiento diario y ensayemos nuestras coreografías.
En agradecimiento y para demostrar (y demostrarnos) que podíamos ser responsables y productores de un proyecto artístico-cultural, nos auto impusimos un régimen de trabajo que cumplíamos obsesivamente, utilizando al máximo la franja horaria que teníamos disponible. Diariamente nos auto impartíamos clases de entrenamiento y creábamos coreografías alternando entre nosotros los roles de bailarines, coreógrafos y directores.
Paralelamente a la actividad artística, presentamos a las autoridades nacionales una carpeta de 130 páginas que contenía todos los fundamentos sobre la necesidad de la creación de un nuevo cuerpo de danza contemporánea dentro del ámbito de la SCN.
Logramos, a pesar de las contrariedades, que el año 2008 fuera para Nuevos Rumbos de una intensa actividad en la danza independiente. Tuvimos destacadas presentaciones entre las que se pueden nombrar las actuaciones en el propio Centro Nacional de la Música, las realizadas en “Teatro x la Identidad”, las giras por el interior del país, y la gira internacional al Estado de Israel convocados por la primer figura del Teatro Colón: Alejandro Parente.
Cabe destacar que cinco meses después de la fundación de “Nuevos Rumbos”, en septiembre de 2008, se incorporaron al grupo los renunciantes al BCTSM: Victoria Hidalgo y, por muy poco tiempo, Daniel Payero.
Sin embargo, las funciones realizadas no fueron suficientes como para generar un constante ingreso económico. Esto forzó, finalizando el año, a que Silvina Cortés, Ariel Caramés y Daniel Payero decidieran abandonar el grupo en busca de mejores opciones en Europa.

LAS RECOMPENSAS DE UNA LARGA LUCHA
Finalmente las autoridades de la Secretaría de Cultura de la Nación (dirigida en aquel entonces por José Nun) observando nuestro desempeño como grupo y la trayectoria artística individual de cada uno de los seis bailarines que quedamos en Nuevos Rumbos (Bettina Quintá, Wanda Ramírez, Victoria Hidalgo, Pablo Fermani, Jack Syzard y quien escribe esta nota), valorando los resultados obtenidos con nuestra dirección colectiva y destacando los objetivos iniciales que como grupo humano tuvimos, decidieron contratarnos para fundar la Compañía Nacional de Danza Contemporánea (CNDC, en un principio llamada Compañía de Danza Contemporánea Cultura Nación). La función inaugural fue la noche del 26 de febrero de 2009. Desde entonces, en estos casi diez años, en la CNDC crecimos más de un 500% (sumando al personal artístico, técnico y administrativo y tomando en cuenta que iniciamos la actividad con solo seis contratos de bailarines), creamos un amplio repertorio de coreografías, realizamos presentaciones en todo el interior del país, varias giras internacionales y hasta se estrenó un documental llamado “Trabajadores de la danza” contando la historia de la compañía. Pero la creación de la CNDC no fue plena, faltó el acto administrativo que conformara “en los papeles” lo que ya existía en los hechos.

UNA DÉCADA POR UN PAPEL
Gremialmente, por casi diez años, intentamos que se redactara un decreto o resolución de creación de la CNDC, pero nunca se logró. La inexistencia de una planta artística a la que pertenecer nos mantenía en una situación de vulnerabilidad y precariedad laboral que, a mi entender, no fue comprendida por los dirigentes sindicales que nos representaban, ya que demostraron una gran torpeza gremial al realizar acciones inconsultas y desorganizadas.
Por esto, una parte de los bailarines decidimos acompañar a nuestra delegada (Bettina Quintá) y nos desafiliamos de ATE buscando un gremio que, por su organización y unidad de acción, fuera un mejor instrumento para lograr el tan anhelado propósito. Así llegamos a UPCN que, mediante el diálogo y sin realizar ninguna medida gremial que nos exponga o arriesgue, en tan solo diez meses logró lo que no se pudo en diez años.
La resolución de creación de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea es un hecho realmente auspicioso para la danza argentina. Da respuesta a una postergada necesidad de la comunidad de la danza y permite la consolidación de una herramienta artística-socio-cultural que beneficiará a la sociedad en su conjunto. Es, en definitiva, el inicio de otra  gran historia que, en un futuro, también valdrá la pena contar.


Solo la Unión hace la fuerza.
Y la UPCN se encargó de enseñárnoslo.
¡Nos vemos en el escenario!




IDEAS FUNDAMENTALES DEL ARTÍCULO:
Introducir al lector al mundo de la danza, hacerlo reflexionar sobre “el detrás de escena”, sobre lo que significa trabajar como bailarín dentro del Estado.
Crear conciencia sobre la convivencia necesaria entre el arte, la política y el gremialismo. Actividades que, a priori, perecieran ser incompatibles; o al menos eso es lo que se les enseña a los artistas.
Revelar la atípica historia fundacional de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea.


DATOS DEL AUTOR:
Ernesto Chacón Oribe, egresado del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Ex bailarín del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín. Ganador del Premio Clarín “Revelación de danza 2006”, Premio Clarín “Figura de la danza 2007”, Diploma al mérito “Konex 2009”.
Bailarín cofundador y actual integrante de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea, a la que codirigió durante dos años y medio (2009 - mediados de 2011)